miércoles, 21 de enero de 2009

Esplendor



Cuando nos cruzamos aquellas letras de cortesía, algo me dijo que entre mis dedos y tus dedos había mas que unas teclas y un espacio, por un momento sentí tu calor en las yemas de mis manos, una fuerza como si nos estuviera uniendo y me costase retirarlas del teclado para que no se perdiera la magia del momento.

Si, ese momento se había cargado de esplendor, da igual el lugar donde estuvieses, en el despacho de al lado, en las antípodas, en la calle de mas abajo o en el ultimo piso del recién estrenado rascacielos de la ciudad, quizás me escribieses desde el granero o desde una limusina, quizás estuvieses en un crucero o en pleno desierto junto a la caravana de los camellos que en ese momento recargaban sus buches de agua, quizás lo hacías recién salida de la ducha o a punto de acostarte, tus horarios, tus lugares, tus rincones de momento, no son mis rincones, ni tus horas mi horas, ni tu mirada se refleja en mis ojos.

Pero ese instante ha cambiado mi vida, pues sé perfectamente que me piensas allá donde estas, en tus detalles mas sencillos, en los mas íntimos… incluso en los mas humildes, sé que te sucede como a mi

Algo se había quedado impregnado en mi corazón, y se perfectamente que en el tuyo también, esos detalles de esplendor, cargados de magia, nadie los dicta, sencillamente surgen desde el fondo de las almas, donde llevan esperando ese momento desde el principio de los tiempos.

Tu lo sabes y yo lo se, quizás… tal vez… no haga falta que te diga que te estoy esperando…

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